jueves, 28 de octubre de 2010

La Bastarda



Pase usted, dijo la suave voz femenina detrás de mis oídos, viré la cabeza de pronto y no había nadie, al volver la vista al frente un golpe de brisa fría mezclada con un fuerte olor a azufre me hizo reaccionar y taparme la nariz.

Desde la oxidada puerta del camposanto, escrudiñé con la vista en cada rincón que divisaba, allá, a lo lejos, casi en la última tumba al pié de la colina estaba ella, con el pelo al aire, con la blanca túnica de seda y con la redecilla rota y sucia de tantos años deambulando por el polvoriento pueblo. Me acerqué despacio y por más que la miraba no lograba ver sus ojos, veía su cara pero las cuencas de sus ojos parecían estar vacías.

Florentina Santana, me dijo con la misma voz cálida que escuché a mis espaldas en la entrada del cementerio. No te he preguntado, le dije. Que importa! ripostó con rabia. Todos quieren ocultar mi nombre, desde que ese mal parido del generalísimo engendró mi vida y no quiso nunca reconocerme como su hija.

Pedro Santana en persona había fundado la comunidad de El Cercado y la historia de su hija bastarda corrió de boca en boca y de generación en generación por lustros hasta perder vigencia en los chismes de comadre.

Extendió su mano para entregarme el relicario, lo abrí con cuidado y encontré el rosario de cuentas de avellanas secas, lo colgué en mi cuello y la miré de nuevo, le vi los ojos pero desapareció el resto, miré por todos lados y ya no había nada, la volví a mirar y solo veía sus ojos. Había quedado ciego por completo con la sola capacidad de verle sus ahora brillantes ojos castaños.

Cada noche hacemos el amor sobre la tumba de Manuelica, la alcahueta que convidó a Teresa para acostarse con el Presidente Santana a cambio de seis novillos, una vaca lechera y quince tareas de tierra en Sabana del Bohío la noche que fundó El Cercado.

Fotografía tomada por Tatiana Swiatkowski en el cementerio rural de El Cercado, provincia San Juan de la Maguana.

martes, 5 de octubre de 2010

Mi Bautizo Bohemio


Las fechas del 24 de septiembre al 3 de octubre del 2010 quedarán guardadas para siempre en mi memoria (y no precisamente de mi Nikon).

Fueron días intensos (literalmente intensos) donde tuve la oportunidad de conocer gente maravillosa que hasta la fecha solo había tenido contacto a través de la red social de Facebook.

Este “post” a manera de crónica invertida o diario inverso (de atrá pa’ lante o del medio pa’ los lados) lo escribiré en varias etapas y servirá además para darle un poco de calor a mi blog.

En esta oportunidad quiero presentarles a Wendy Mella, Sarah Valerio-Rodriguez y su esposo Franklin Rodriguez. Los tres pertenecen a un interesantísimo grupo de artistas jóvenes de diversos géneros desde la música hasta la plástica pasando por la fotografía y la literatura llamado “Bohemia”.

El pasado viernes en “Chez Rodriguez” (el refugio de Sarah y Franklin) recibí mi bautizo bohemio. Fué una noche mágica cargada de conversaciones de arte donde además de degustar las riquísimas costillitas con moro y ensalada rusa preparadas por Sarah, escuchamos un par de sus poemas y uno de sus cuentos, bebimos Cabernet-Savignon, escuchamos la maravillosa música de “Radio Malpaís”, nos deleitamos con las imágenes de las esculturas de Homero y engullimos dos recetas de “Pumpkin Pie”.

Por razones ajenas a mi voluntad salí temprano de “Chez Rodriguez” con todo el deseo de quedarme hasta el amanecer.

Al día siguiente, Sarah y Franklin se hicieron presente en la primera colectiva internacional de Manso Fotogrú donde se hizo esta foto con la cámara de Wendy.

Gracias infinitas a Sarah, Franklin y al resto de los Bohemios por ofrecerme su hospitalidad.

lunes, 4 de octubre de 2010

Cayenas


Se me eriza la piel cuando te veo

No respiro tu olor cada mañana

No te siento en las tardes de tormenta

Ya no busco refugio en tus adentros

Ya no pica el sabor de las guindillas

Ya no vibra mi ser con tus calores

Ya no veo el color de tus tatuajes

Ya no muerdo tus labios en las noches

Ya no gimes cuando rozan nuestros cuerpos

Ya no mientes, ya no miento,

No me buscas, no te encuentro

No alimentas mi sentidos

No te escribo, no respondes

No cocinas, ya no como

Me emborracho, ya no tomas

No respiras, no me entiendo

Solo quedan las cayenas que no mueren

Ellas mismas, las malváceas,

Las que matan, que envenenan.


Dedicado a Sarah Valerio-Rodriguez, Franklin y mis amig@s de Bohemia-NY