lunes, 23 de mayo de 2011

Encuentro de carretera, una lección de vida


"Voy a ser cardióloga" me dijo apuntándose a si misma en el pecho con su índice derecho.

Habla un castellano impecable y tiene una pericia con el machete que parece egresada de la más exigente escuela de samurais.

Julio Cesar y yo nos detuvimos un momento a saciar la sed con un riquísimo coco de agua y la sorpresa no pudo ser más gratificante.

A la vera del camino estaba Noemí, una bellísima mulata estudiante de medicina que atiende el puesto de su padre tres veces por semana. Quienes me conocen saben perfectamente que no desaprovecho ninguna oportunidad para cuestionar a los desconocidos sobre las cosas mas insólitas de sus vidas (maña vieja de retratero).

Mientras calmaba sin prisa mi sed, Noemí me contó de su deseo de ser médico, de la cantidad de materias "que lleva" cada cuatrimestre (todas con buenas notas), del puesto de cocos que atiende los días que no tiene clases y hasta de los cuentos y poemas que escribe de cuando en vez.

Pensé en mis años de estudiante, en mis hijos, y en los hijos de tantos, en esos jóvenes que teniendo la oportunidad de estudiar sin necesidad de trabajar desaprovechan el tiempo y no obtienen las mejores calificaciones por no dedicar un poco más de tiempo al estudio.

Proseguimos la marcha pero además de saciar la sed me llevé dos cosas de aquella breve parada. Una lección de vida y la esperanza de que no todo está perdido en esta sociedad donde cada vez más los valores que nos enseñaron parecen haberse esfumado como la niebla cuando el astro sol hace de las suyas al levantarse sobre el horizonte.

Gracias Noemí.


Nota: Fotografía tomada con el celular.