El lugar: una tienda de Sony en un "mall" de San José, California.
El grupo: nueve dominicanos después de un intenso día de conferencias mirando el juego en una de las pantallas de la tienda.
El momento: el “paisa” Edgar Rentería al bate con dos hombres en base enfrentándose al estelar “Cliff” Lee lanzando cuando de pronto, fuácata!!, home rum de tres carreras para enterrar a los rancheros.
Dos innings mas tarde, el out ventisiete le fué propinado al equipo de Texas y a toda su fanaticada (incluyendo los Bush) mediante un ponche de Brian Wilson al montecristeño Nelson Cruz.
En una cadena de sentimientos encontrados, los dominicanos que nos encontrábamos allí no sabíamos si lamentarnos o celebrar. Estábamos a escasas millas de la ciudad que había ganado, rodeado de alegres fanáticos de “los Giants” pero deseando ver a Texas con vida porque el número de dominicanos en sus filas era mayor que el de sus contrarios.
Al día siguiente el sabor era otro, estábamos todos frente a la estatua del inmortal Juan Marichal en las afueras del AT&T Park (la casa de los gigantes) tomándonos fotos y rodeados de la parafernalia que rodaba por las venas de los nativos de San Francisco.
Después de mas de 50 años de sequía finalmente los Gigantes eran nuevamente verdaderos Gigantes con su trofeo de campeones mundiales. Toda una legión de fanáticos se aglomeraban en las tiendas comprando memorabilia de los campeones mundiales del 2010.
El béisbol sigue siendo nuestro deporte rey y gracias a este, una considerable cantidad de dominicanos ha visto mejorar su calidad de vida como aquel monstruo de Laguna Verde que hoy nos enorgullece desde el salón de la fama de Cooperstown.
Vayan mis felicitaciones para los Giants. Ahora nos toca disfrutar nuestro beisbol local. Por supuesto no puedo ser imparcial, me gustaría ver nuevamente a los tigres rugiendo como campeones. Aunque sería dulce ver a las aguilas volando con el trofeo dedicado este año a nuestro singular José Lima.
Y tú? A quién quieres ver con la corona del campeonato?
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