viernes, 8 de julio de 2011

Suicidio


Apenas había abandonado el hospital y ya pensaba intentarlo de nuevo. Sentada en aquel rústico taburete mientras esperaba el café, pasaban por su cabeza siete formas distintas de quitarse la vida. Karen Virginia, la otrora reina de belleza, la que fuera la envidia de todas el día de su coronación, la misma que le había dado cuatro veces la vuelta al mundo viajando en primera, la que había conocido en persona desde el Sultán de Brunei hasta el primer ministro inglés, hoy pesaba diecinueve kilos menos, sus muñecas delataban cuatro intentos de suicidio, su pelo era tan opaco que apenas reflejaba un destello de luz cuando estaba mojado y su dentadura era tan horrible como la de una yegua abandonada.

Corría el verano del noventa y uno y el bullicio de "La city" paracía retumbar en aquel centenario pub a dos cuadras de Picadilly.

Karen Virginia era esbelta y a pesar de su notable deterioro, su rítmico caminar y sus largas piernas todavía hacían voltear las miradas de los más parcos caballeros ingleses. La aureola violeta bajo sus ojos delataban el peso de su carga y el largo sufrimiento que arrastraba.

El reloj habían marcado las nueve y el pub había comenzado a llenarse, irrumpieron en el salón un grupo de sudados estudiantes albaneses que se habían pasado el día protestando en Picadilly contra la indiferencia inglesa de las recientes masacres en Europa del este. Karen Virginia eligió su compañero de muerte. Dos horas más tarde, drogados y borrachos se tumbaban en el suelo justo en la línea del tren en Green Park Station.

La tarde siguiente en su despacho de Dwoning Street, el señor Major reconocía sin inmutarse la cara de Karen Virginia en televisión. Recordó la recepción cuando la conoció, recordó aquel fin de semana de locura a escondidas internado con ella en la campiña inglesa en aquel pueblito de ensueño que era Castle Combe, recordó su chantaje, y al final, recordó con una ridícula sonrisa cuando logró que la internaran en aquel manicomio en las afueras de Londres. Hoy sin proponérselo, se había librado para siempre de Karen Virginia.

** Agredecimiento a Marielle de Luna, por la foto y por la ambientación que me ayudó a escribir este cuento.

5 comentarios:

  1. Wao Maifren tu siempre te las traes. Congrats!

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  2. GENIAL!!!! quiero libro
    Samanda

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  3. Me encanto la relacion del cuanto con la foto, una y deo, me encanto!

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  4. Algun Dia Escribire de Nuevo, como Tu y quizas a mi manera. Ya que la inspiracion Llega y se va, pues Mi Luz es ella y ella no lo entiende aun.... Te Felicito Hermano ojala nos Juntaramos mas. tenemos tantas aficiones en comun, Te Admira

    RUBEN GOICO

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