Cuenta la leyenda que tenía la costumbre de desnudarse cada noche de luna llena para cargarse de su energía. Andrómaca era la hija preferida del rey de Tebas y fue entregada como botín de guerra a Neoptólemo quién se la llevo a Grecia donde tuvo con él tres hijos. De una belleza impresionante, senos pequeños y larga cabellera rubia anhelaba locamente morir después de casarse con su cuñado Heleno y haber parido a Cestrino.
Aquella mañana había recibido un mensaje de Cibeles donde le advertía que no tomara su baño de luna porque las Pléyades estaban celosas de su belleza y amenazaban con petrificarla.
En la noche, la luna brillaba más que nunca en el firmamento y tenía un extraño color rojizo. Andrómaca salió al jardín y no resistió la tentación de desnudarse, miró hacia arriba, cruzó sus brazos sobre su cabeza y cerró los ojos. Quedó convertida en piedra para siempre.
En un rincón del jardín de la antigüa casa de Heleno, su cuerpo conserva su belleza a pesar del visible deterioro producido por los años. Las Pléyades la miran y sonrien pero todavía sienten celo.
Te lo he dicho antes, y te lo sigo diciendo, me gustan tus historias. Te hacen viajar.
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